SOBRE EL BLOG:

Hola a todos/as:
En este blog encontraréis un libro que he escrito yo misma. Amor, traiciones y amistad se esconden en este libro.
¡ESPERO QUÉ OS GUSTE! :) :)

sábado, 18 de agosto de 2012

Capítulo: 18


18.ÚLTIMO DÍA.

Habían pasado cuatro semanas de la marcha de Carlos. Mario había hablado con él varias veces por tuenti. Según Carlos, como en España no se come en ningún sitio. Las americanas no estaban mal, pero las españolas les daban mil vueltas. Una en especial. Sara.
Carlos siempre le preguntaba a Mario por su hermana. No volvió a hablar con ella desde su despedida en el jardín de la casa de los padres de Jorge.
-¿Hoy es vuestro último día en la casa de Jorge?- le preguntó Carlos a Mario por medio la red social.
-Sí- le respondió- dentro de dos días empezaremos la universidad.
-Es genial que Noelia y tú sigáis juntos, aunque estéis en diferente universidad.
-No podía permitirme el volver a dejarla por la distancia. Ahora solo nos separarán unos pocos kilómetros.
-A mí de Sara me separa un viaje en avión de dos horas.
Mario no escribió al instante, se quedó leyendo la frase que Carlos había escrito. Él sabía que Sara no sentía lo mismo y, aún así seguía enamorado de ella.
-Bueno tío, me voy a hacer la maleta que hay ganas de salir de esta casa. Adiós, cuídate.
-Xao. Recuerdos a todos.
Mario apagó el ordenador, cogió su maleta negra del armario y comenzó a meter sus cosas dentro.
Doblando uno de sus pantalones vaqueros, encontró en su bolsillo una foto de hace muchos años. En la imagen había tres niños de nueve años sentados en un de los bancos de parque. Dos chicos y una chica. Uno de ellos era Mario con sus pantalones con tirantes, su camisa de cuadros, la pajarita roja y peinado de lado. El otro chico era un niño pelirrojo, llevaba unos pantalones cortos, una camisa lisa de color marrón claro y unas pequeñas gafas redondas. La chica era inconfundible para el que estaba mirando la foto. Noelia llevaba un vestido de color blanco e iba peinada con dos coletas sujetas por dos lazos del mismo color que el vestido. Lucía una sonrisa que parecía imborrable en su boca.
Mario no pudo contener una pequeña lágrima al ver esa foto. En esos años ninguno tenía preocupaciones, ojala volvieran a tener nueve años.
-¿Por qué lloras?- le preguntó Noelia que acababa de entrar en la habitación.
-No lloro- le dijo Mario sorbiendo por la nariz- es que me ha entrado algo en el ojo.
-Sí, claro- le dijo ella quitándole la lágrima que le caía por la mejilla- a mi no me engañas. ¿Qué te pasa?
-Ha encontrado esta foto en uno de los bolsillos de mi pantalón y me han venido muchos buenos recuerdos a la cabeza- dijo Mario entregándole la foto a su novia.
Noelia cogió la foto con delicadeza para no romperla.
Recuerda ese día, fue cuando los cuatro; Mario, Carlos, Sara y ella se hicieron amigos. Muy buenos amigos.
Le devolvió la foto a Mario y se la guardó en uno de los bolsillos del pantalón que llevaba puesto.
-¿Qué recuerdos, eh?- le dijo Mario que se había sentado a los pies de la cama.
-Sí- le dijo ella- seguro que todos éramos más felices que ahora.
Noelia se puso a doblar la ropa de su novio y la metía a la maleta negra. Mario, al ver que la chica estaba haciendo un trabajo que le correspondía a él, se levantó y no dejó que siguiera colocando la ropa en la maleta.
-Yo ahora soy mucho más feliz que antes- le dijo Mario guiñándole un ojo a Noelia- estoy contigo ¿recuerdas?
-Nunca se me olvida- le dijo ella dándole un beso en los labios.
Noelia soñaba con casarse con Mario, formar una familia con él, envejecer a su lado. Pero el destino no está escrito y siempre puede cambiar. Puede que no se case con ella y no esté siempre a su lado. Pero, si eso llega a pasar, Mario siempre será el amor de Noelia. Lo tenía claro.
Mario cerró la maleta, había acabado de guardar todas sus cosas. Se sentó en el lado de la cama donde estaba Noelia tumbada y le cogió de la mano.
-¿Tienes ganas de volver a casa?- le preguntó Mario, pero no obtuvo ninguna respuesta. Noelia se había quedado embobada mirando al techo de la habitación.
-¡Noelia!- le llamó la atención.
Ella se sobresaltó al oír su nombre.
-¡Qué!- le dijo ella aturdida. Mario se la quedó mirando y le cogió la mano con más ímpetu.
-¿En qué piensas?- le preguntó él.
-Pues en la universidad, en la vuelta a casa sin Carlos y en lo poco que lo vamos a ver estos años.
-Aunque no le veamos, nunca nos vamos a olvidar de él. Y supongo que Carlos tampoco se olvidará de nosotros.
-Cierto- le decía Noelia- pero nada volverá a ser igual que antes.
Mario miró a su novia y asintió con la cabeza. En eso tenía toda la razón, desde que Carlos se fue hace semanas, todo está más triste y apagado, faltaba algo, y todos sabían lo que era. Faltaba la alegría que él radiaba fuera donde fuese.
-¿Te acuerdas de cómo estábamos todos antes?- le preguntó Noelia.
-Sí- le respondió- Sara se despreocupaba de todo, era la chica más independiente que he conocido. No tenía preocupaciones hasta que llegamos a esta casa infernal, donde para ella ha sido el pasaje del terror. Pablo era muy entusiasta, siempre haciendo la gracia o, intentándola hacer. Siempre me asombró la personalidad de ese chico. Pero ahora, Ana le ha hecho madurar y convertirse en una persona algo diferente que se toma las cosas más enserio. Ana era la más sonriente de todos nosotros, siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Recuerdo que era muy tímida, hasta que empezó su relación con Pablo, que le ha hecho ser más abierta a las personas. Carlos era lo más grande que había en este mundo. Fue, es y siempre será mi mejor amigo bajo todas las circunstancias que nuestra amistad suponga. Todos lo vamos a echar mucho de menos. Tú, Noe, solo tenía y tengo dos palabras para describirte. Mi vida. Tú has conseguido que, el levantarme por la mañana merezca la pena solo por estar contigo.
Noelia se acercó a su chico y rodeó su cuello con sus brazos, le abrazó con fuerza. Era lo más bonito que le habían dicho nunca.
-Siento mucho haberte hecho pasarlo tan mal en esos años- le dijo Noelia con los ojos humedecidos- en el campamento pensaba que estaba enamorada de Jorge, no tenía las cosas claras, solo tenía quince años y cometí muchas locuras. Yo siempre me había fajado en ti, pero mi cabeza no sabía si me pasaba algo contigo o no. Lo siento.
Mario selló los labios de Noelia con un beso largo. Odiaba cuando hablaba tan deprisa, porque siempre era para criticarse a sí misma.
-No tienes que darle más vueltas a todo lo que pasó- le dijo Mario acariciándole la mejilla con los nudillos- ahora lo único que importa es que estamos juntos y que haremos lo posible para que dure para siempre.
Mario volvió a acercarse a los labios de Noelia cuando alguien entró por la puerta de la habitación.
-¡Ups!- se sobresaltó Ana que acababa de entrar en la habitación.
-Perfecto- susurró Mario de manera que solo Noelia se enteró.
-Perdonadme, no sabía que estabais juntos aquí- les dijo la chica rubia de la puerta- es la hora de marcharnos, Paola y Jorge no están esperando abajo para despedirnos de ellos.
-¿No vienen?- preguntó Mario.
-No, ellos cogen su autobús mañana- le respondió Ana.
-Enseguida bajamos- dijo Noelia.
Ana cerró la puerta del cuarto, dejando a la pareja solos de nuevo.
-Será mejor que bajemos a despedirnos ¿no crees?- le dijo Noelia a Mario.
-Sí, vamos.
Salieron de la habitación cogidos de la mano, bajaron las largas escaleras y, allí estaban todos con las maletas. Pablo se había molestado en bajar las de Noelia y Mario al salón. Ana se estaba despidiendo de Paola dándole dos besos y un abrazo. Pablo ya se había despedido de los dos y se mantenía a un lado hablando con Jorge, apartados de las dos chicas. Sara estaba sentada en uno de los brazos de un sillón que adornaba el salón. Tenía la mirada perdida y los ojos enrojecidos por la despedida de Carlos.
Mario y Noelia acabaron de bajar los escalones y se reunieron con sus amigos para despedirse de Jorge y Paola. Mario le dio dos besos a Paola y se acercó a Jorge.
-Espero que estén solucionados todos los problemas que tuvimos en el pasado- le dijo Jorge dándole la mano a Mario.
-No lo dudes.
Jorge dirigió la mirada a Noelia que estaba hablando con Paola.
-No cometas el error de perderla como hice yo- le dijo Jorge- es única, no encontrarás otra igual aunque remuevas cielo y tierra.
-Gracias por todo- le decía Mario- se que hemos tenido nuestras diferencias pero, eres un gran chaval. Paola tiene suerte de tenerte a su lado.
Jorge abrazó a Mario y le dio unas palmaditas en la espalda.
Jorge miró a Noelia y, sin pensárselo dos veces, la abrazó.
-Gracias por habernos invitado- le dijo ella- aunque hemos tenido algunas movidas, lo hemos pasado bien.
-Gracias a vosotros por haber venido.
Jorge dejó de abrazar a Noelia y la miró a los ojos para volverle a pedir perdón una vez más.
-Otra vez- hablaba- te pido perdón por todo lo que te he hecho, no te mereces lo que te hice.
-Por última vez te digo que, todo estás solucionado. Ya no hay nada que perdonar. Lo hecho, hecho está. Tienes mi perdón.
Jorge esbozó una pequeña sonrisa dedicada a su amiga, una amistad que perdurará para siempre y que nadie la podrá romper.
De pronto, Sara abandonó el salón y salió fuera, al jardín, donde se sentó en los columpios. El último lugar en el que pudo ver a Carlos y despedirse de él. Miró a la puerta por la que le vio marchar, no aguantó ni cinco segundos. Bajó la mirada al suelo y apretó los ojos con fuerza, pero era imposible que las lágrimas no resbalasen por sus mejillas. Volvió a dirigir sus ojos a la puerta, se levantó para ponerse delante de ella y, con todas sus fuerzas, golpeó la puerta con el puño mientras gritaba y lloraba.
Los de dentro de la casa se percataron de los actos de Sara. Mario y Jorge salieron corriendo en la ayuda de la hermana de uno de ellos. Llegaron a los columpios y se encontraron a Sara aporreando la puerta, gritando y llorando. Jorge la sujetó por detrás y Mario hizo que la mirase.
-¡Sara, para!- le gritaban Ana y Pablo la vez- ¡Tranquilízate!
Sara paró de gritar y se abrazó a su hermano sin dejar de llorar.
-Tranquila, ya pasó todo- le intentó tranquilizar Mario.
Jorge y Pablo ayudaron a levantar a Sara que ya estaba mucho más tranquila de su arrebato.
-Sara- le decía Paola- ven conmigo y con las chicas dentro de la casa, por favor.
Sara le miró a los ojos y asintió con la cabeza. Se levantó y acudió al lado de Noelia que la esperaba con la mano tendida para que Sara se lo cogiese. Caminaron y entraron en la casa.



2 comentarios:

  1. hola!! jeje me gusta tu novela!! ya quiero saber que pasa :D ya te sigo jeje xD
    Besos!!

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    Respuestas
    1. holaaa!! gracias por hacerte socia!!! jejeje:)
      yo sigo tu blog
      muchos besos!!! ;)

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