1. EL COMIENZO.
Para
Noelia era el día más caluroso de todo lo que llevaba de verano, pero no le
importaba porque ese era el día en el que ella y sus mejores amigas; Sara y Ana
embarcaban en una nueva de sus aventuras, su primer campamento de verano.
Noelia
llegó con sus padres a la estación de autobuses donde, ella, sus amigas y
muchos más chicos, cogerían el autobús a la diversión asegurada.
A
lo lejos le pareció ver dos figuras muy conocidas.
-¡Sara!-
gritó la chica entusiasmada. Noelia le dio dos besos y un abrazo a su amiga, y
lo mismo hizo con su hermano, Mario. Se conocían desde que tenían ocho años.
-¿Qué
tal estás?- le preguntó Mario a su amiga.
-Muy
nerviosa, pero es nuestro campamento y lo pasaremos genial.
Cuando
por fin llegó Ana, la tercera chica, se despidieron de sus padres y montaron en
el autobús. Allí vieron a Carlos y a Pablo, los saludaron y las puertas del
autobús se cerraron, había comenzado lo mejor del verano.
-Bueno
chicos- comenzó a decir uno de los muchos monitores del campamento- bienvenidos
al mejor campamento de vuestras vidas. Lo comenzaremos con nada menos que diez
horas de autobús así que por la noche a dormir, porque como montéis jaleo
hacéis todo lo que os quede de camino andando ¿entendido?
La
primera impresión de todo el autobús no fue muy buena, pero daba igual.
Cayó
la noche, todos dormían, bueno no todos, Noelia no podía pegar ojo solamente de
los nervios que tenía en el cuerpo. Su hermana mayor había vivido muchas
experiencias en el campamento, una de ellas fue su primer beso. Ahora ella
tiene veintidós años, pero recuerda su primer campamento como si lo hubiese
vivido ayer.
Noelia
y sus amigos tenían quince años, a Sara y a Ana ya les habían dado el primer
beso, menudas son ellas, pero este no era el caso de Noelia, ¿y si se lo daban
en el campamento? Pero ahora ella no quería pensar en eso, así que cerró los
ojos y se durmió con las ganas de comenzar el día de mañana.
A
la mañana siguiente un fuerte estruendo despertó a los seis amigos, ¡habían
llegado al campamento! Ana, Sara y Noelia se abrazaron de la emoción que
sentían.
Bajaron
del autobús, había un montón de chicos y chicas, algunos aún dormidos, otros ya
estaba conociendo gente, pero seguro que ninguno tenía las ganas de comenzar de
Noelia.
Cogieron
sus mochilas y se las cargaron al hombro. Caminaban hacia donde iban a montar
las tiendas de campaña, de camino un chico rubio, alto y de más o menos la
misma edad que Noelia. La paró.
-Hola,
¿tu no ibas en mi autobús verdad?- preguntó el chico misterioso.
-No
mis amigas y yo hemos ido en el pequeño- le dijo Noelia señalando a sus amigas.
-Por
cierto, soy Jorge.
-Encantada,
yo soy Noelia y mis amigas Ana y Sara- dijo ella cogiendo de la mano a sus
amigas.
-¡Chicos
venid aquí!- llamaron los monitores- hay que montar las tiendas de campaña.
Las
tres amigas se pusieron con sus tres amigos para formar uno de los grupos de
las tiendas.
Cogieron
su correspondiente tienda y se pusieron manos a la obra.
-Noelia,
¿puedes ir a por una piqueta? Nos falta una- le dijo Carlos.
-Claro,
vuelvo enseguida.
Noelia
se acercó a una gran caja verde donde estaban guardadas las piquetas. De camino
fue mirando a su alrededor. Pudo ver a más de cien chicos entre once y
dieciséis años trabajando y estrechando lazos juntos.
-Oye
que esa piqueta es mía- dijo un chico gordo de unos dieciséis años.
-Lo
siento- le dijo Noelia devolviéndosela.
-No
tranquila, quédatela-dijo guiñándole un ojo- soy Álvaro encantado y este es
Ángel, mi hermano pequeño.
-Soy
Noelia.
A
ella no se la habría ocurrido decir que Álvaro y Ángel fuesen hermanos. El primero era el típico
creído que lo tenía todo muy sobrado y su hermano un macarra que no hablaba.
Llegó
contenta, con su piqueta en la mano adonde estaban sus amigos.
-¿Cómo
es que vienes tan contenta?- preguntaron Pablo y Sara a coro.
-Tengo
una corazonada- dijo mirando a todo el campamento.
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