Tantas
novedades en un día no son nada buenas. Primero Sara se queda embarazada de ese
cateto de Lucas, que resulta ser el primo de Jorge y en un pequeño
enfrentamiento, Carlos se declara a la susodicha. Más no se puede pedir.
Pablo, Ana y
Noelia estaban desayunando en la mesa de la cocina. Paola y Jorge estaban en la
piscina. Mario y Carlos durmiendo y la pobre Sara no quería levantarse de la
cama, parecía que iba a estar allí hasta el día del juicio.
-¿Alguna ha
hablado con Sara?- preguntó Pablo con una tostada en la boca.
-Yo no he
hablado con ella desde ayer- le dijo Noelia.
-Yo he
intentado despertarla esta mañana, pero dice que no puede. Se siente utilizada
y se desprecia a sí misma.
-No se
merece que le esté pasando esto- dijo Pablo mirando al suelo.
Mario bajaba
por las escaleras acompañado de Carlos. Se sentaron con los demás.
-¿Has visto
a tu hermana?-le preguntó Noelia dándole un beso cortito en los labios.
-Está
tumbada en la cama y no para de llorar.
Mario coge
una de las tostadas que sobran del plato más grande de la mesa y se la lleva a
la boca.
-Voy a
partirle la cara a ese tío por lo que le ha hecho a Sara- dijo Carlos realmente
enfadado.
-Partiéndole
la cara no vas a solucionar nada- le dijo Ana- el daño ya está hecho.
-¡Le ha
dejado embarazada, Ana!- gritó el pelirrojo.
Sus gritos
hicieron que Sara dejase su habitación y bajase las escaleras. Estaba muy
pálida y se había pasado toda la noche vomitando del disgusto que llevaba
encima. Ana y Noelia se levantaron de sus sillas para darle un abrazo a su
amiga. Lo mismo hicieron los chicos. Cuando le tocó el turno a Carlos no pudo
retener alguna lágrima. Nadie sabía lo que le dolía verla así.
-Gracias- le
dijo Sara.
-¿Por qué?
-Por estar
siempre ahí, cuando lo necesitaba. Nunca me has fallado ni una sola vez, en
cambio yo…
Carlos no
dejó que la chica siguiese hablando, volvió a abrazarla, ahora con más fuerza.
-Quiero
hablar con Lucas- les dijo Sara.
-¡Qué, Sara
no dejaré que hagas eso!- le dijo Mario.
-Yo tampoco-
se añadió Carlos- a saber lo que te puede hacer.
-No me
pasará nada. El niño que llevo dentro es suyo al igual que mío. Si me hace
algo, también se lo hará al bebé.
Sara
abandonó la habitación, pero no antes sin darle un pequeño beso en la mejilla a
Carlos. Aún no le entraba en la cabeza como podía estar colado por ella. Son
demasiado diferentes, pero eso en el amor nunca importa.
-No pienso
dejarla sola- dijo Carlos decidido a irse detrás de la chica. Noelia le retuvo
agarrándole el brazo.
-Esto tiene
que arreglarlo ellos, nosotros sólo podemos hacer una cosa.
-¿El qué?-
preguntó Pablo.
-Apoyarla
tome la decisión que tome- dijo ella muy firme- nuestra decisión es muy
importante para ella.
La puerta de
cristal que daba con la piscina se abrió. Jorge y Paola entraron abrazados y se
reunieron con los de la mesa.
-¿Por qué se
ha ido Sara?- preguntó Jorge
-¡Qué más te
da!- chilló Mario enfadado- sólo te preocupas por ti, lo que ocurre a tu
alrededor te da exactamente igual.
-¡Quieres
que te vuelva a partir el labio, subnormal!- aulló Jorge dejando de abrazar a
Paola.
-¡Qué pasa
niño rico, pegar es lo único que sabes hacer!
Los dos
chicos estaban a punto e volver a tener una de sus peleas.
-¡Ya basta!-
gritó Ana- ¿estáis locos o qué? Una de nuestras mejores amigas, y tu hermana
Mario, está sufriendo y vosotros no lo queréis ver. Está embarazada de un
cretino. Lleva a un niño dentro y vosotros sólo pensáis en romperos la boca el
uno al otro.
-Tiene
razón- les decía Paola- hemos comenzado con mal pie, pero eso no puede durar
para siempre. Vamos a estar aquí todo el verano, tenemos que hacer un esfuerzo
en llevarnos bien.
Nadie había
oído a Paola hablar así. Era como si una persona con dos dedos de frente
hubiese entrado en ella. ¡Hay vida inteligente en su cabeza!
-Por una
vez, Paola tiene toda la razón- dijo Pablo.
Jorge y
Mario se miraron fijamente a los ojos y se estrecharon la mano como signo de
tregua.
Mientras
tanto, subiendo las escaleras, Sara llamó a la puerta de la habitación donde
dormía Lucas. La puerta estaba abierta. Las sábanas de la cama estaban
revueltas y el colchón vacío. Sara avanzó unos pasos al entrar en la
habitación. Se oían ruidos procedentes del baño. ‘’Lucas debe de estar dentro
de la ducha. Será mejor que lo espere aquí’’- pensó Sara. El ruido del agua
cayendo cesó. Lucas salió del baño con una toalla roja atada a la cintura. Se
sobresaltó al ver a la chica sentada en la cama, esta enseguida se puso de pie.
-¿Qué haces
aquí?- le preguntó Lucas alborotando su pelo mojado y rizado.
-Venía a
hablar contigo- le dijo Sara con los brazos cruzados- ¿qué vamos a hacer con el
bebé?
-¡Cómo qué
que vamos a hacer!-gritó el chico- el bebé es tu problema no el mío.
-Lucas,
ambos sabemos que el bebé que llevo dentro es tanto tuyo como mío. Fue culpa de
los dos.
Lucas sabía
que en eso Sara llevaba toda la razón. Para él, ese niño fue un error. Los dos
estaban muy borrachos esa noche, ninguno sabía lo que hacían.
-¿Has
pensado en abortar?
-Es lo
último que quiero hacer con este niño- le respondió Sara muy segura- lo que te
he venido a preguntar es que si tu te quieres responsabilizar, al igual que yo
lo voy a hacer, con este niño.
Lucas bajó
la mirada al suelo. Aunque ella no lo sabía, él también lo estaba pasando muy
mal con toda esta situación.
-No hay otra
solución que cargar los dos con esto- le dijo él- porque, ¿tú quieres tener el
niño?
-Creo que
sí. Sé que al principio puede ser complicado pero, juntos podremos hacerlo.
Ambos
sonrieron a la vez. A pesar de la chulería de Lucas, Sara sabía que un lado
sensible estaba muy oculto dentro de él.
La chica
salió de la habitación, Lucas tenía que pensar en muchas cosas y era mejor
dejarle solo.
Bajó las
escaleras y entró en la cocina. Carlos estaba solo, sentado en una de las
sillas blancas que rodeaban la mesa de la sala. Al ver a su amiga se levantó.
-¿Cómo
estás? ¿Te ha hecho algo?- le preguntó Carlos preocupado.
-Estoy bien
y, tranquilo, no me ha hecho nada. Sólo hemos estado hablando- le dijo Sara
sentándose en una de las sillas. Carlos la imitó.
-Sabes que
si ese creído no quiere hacerse cargo del bebé, puedes acudir a mí. Yo cuidaré
del bebé como si fuese mío.
-Gracias, sé
que lo harías- le dijo Sara muy seria y cabizbaja.
-¿Qué te
pasa? Estás muy rara. ¿Seguro que no te he hecho nada?
-No
-¿Entonces?
-Es que…-
tartamudeaba ella- tengo miedo por si algo sale mal, por si pierdo al niño, por
como se lo voy a decir a mis padres…
Carlos puso
su mano encima de la de Sara. Estaba fría como los témpanos de hielo.
-Puedes
contar comigo para lo que necesites, ya lo sabes- le dijo intentándola
tranquilizar.
Se quedaron
en la cocina un rato más. Sara estaba muy preocupada por el bebé y por lo que
Lucas podía decidir pero, Carlos no estaba como para tirar cohetes, parecía
que, a Sara no le importaba lo que el sentía, era como si sólo le importase la
opinión de Lucas y eso a él no le gustaba nada.
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