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Hola a todos/as:
En este blog encontraréis un libro que he escrito yo misma. Amor, traiciones y amistad se esconden en este libro.
¡ESPERO QUÉ OS GUSTE! :) :)

sábado, 18 de agosto de 2012

Capítulo 13.

13. MIEDOS.


Tantas novedades en un día no son nada buenas. Primero Sara se queda embarazada de ese cateto de Lucas, que resulta ser el primo de Jorge y en un pequeño enfrentamiento, Carlos se declara a la susodicha. Más no se puede pedir.
Pablo, Ana y Noelia estaban desayunando en la mesa de la cocina. Paola y Jorge estaban en la piscina. Mario y Carlos durmiendo y la pobre Sara no quería levantarse de la cama, parecía que iba a estar allí hasta el día del juicio.
-¿Alguna ha hablado con Sara?- preguntó Pablo con una tostada en la boca.
-Yo no he hablado con ella desde ayer- le dijo Noelia.
-Yo he intentado despertarla esta mañana, pero dice que no puede. Se siente utilizada y se desprecia a sí misma.
-No se merece que le esté pasando esto- dijo Pablo mirando al suelo.
Mario bajaba por las escaleras acompañado de Carlos. Se sentaron con los demás.
-¿Has visto a tu hermana?-le preguntó Noelia dándole un beso cortito en los labios.
-Está tumbada en la cama y no para de llorar.
Mario coge una de las tostadas que sobran del plato más grande de la mesa y se la lleva a la boca.
-Voy a partirle la cara a ese tío por lo que le ha hecho a Sara- dijo Carlos realmente enfadado.
-Partiéndole la cara no vas a solucionar nada- le dijo Ana- el daño ya está hecho.
-¡Le ha dejado embarazada, Ana!- gritó el pelirrojo.
Sus gritos hicieron que Sara dejase su habitación y bajase las escaleras. Estaba muy pálida y se había pasado toda la noche vomitando del disgusto que llevaba encima. Ana y Noelia se levantaron de sus sillas para darle un abrazo a su amiga. Lo mismo hicieron los chicos. Cuando le tocó el turno a Carlos no pudo retener alguna lágrima. Nadie sabía lo que le dolía verla así.
-Gracias- le dijo Sara.
-¿Por qué?
-Por estar siempre ahí, cuando lo necesitaba. Nunca me has fallado ni una sola vez, en cambio yo…
Carlos no dejó que la chica siguiese hablando, volvió a abrazarla, ahora con más fuerza.
-Quiero hablar con Lucas- les dijo Sara.
-¡Qué, Sara no dejaré que hagas eso!- le dijo Mario.
-Yo tampoco- se añadió Carlos- a saber lo que te puede hacer.
-No me pasará nada. El niño que llevo dentro es suyo al igual que mío. Si me hace algo, también se lo hará al bebé.
Sara abandonó la habitación, pero no antes sin darle un pequeño beso en la mejilla a Carlos. Aún no le entraba en la cabeza como podía estar colado por ella. Son demasiado diferentes, pero eso en el amor nunca importa.
-No pienso dejarla sola- dijo Carlos decidido a irse detrás de la chica. Noelia le retuvo agarrándole el brazo.
-Esto tiene que arreglarlo ellos, nosotros sólo podemos hacer una cosa.
-¿El qué?- preguntó Pablo.
-Apoyarla tome la decisión que tome- dijo ella muy firme- nuestra decisión es muy importante para ella.
La puerta de cristal que daba con la piscina se abrió. Jorge y Paola entraron abrazados y se reunieron con los de la mesa.
-¿Por qué se ha ido Sara?- preguntó Jorge
-¡Qué más te da!- chilló Mario enfadado- sólo te preocupas por ti, lo que ocurre a tu alrededor te da exactamente igual.
-¡Quieres que te vuelva a partir el labio, subnormal!- aulló Jorge dejando de abrazar a Paola.
-¡Qué pasa niño rico, pegar es lo único que sabes hacer!
Los dos chicos estaban a punto e volver a tener una de sus peleas.
-¡Ya basta!- gritó Ana- ¿estáis locos o qué? Una de nuestras mejores amigas, y tu hermana Mario, está sufriendo y vosotros no lo queréis ver. Está embarazada de un cretino. Lleva a un niño dentro y vosotros sólo pensáis en romperos la boca el uno al otro.
-Tiene razón- les decía Paola- hemos comenzado con mal pie, pero eso no puede durar para siempre. Vamos a estar aquí todo el verano, tenemos que hacer un esfuerzo en llevarnos bien.
Nadie había oído a Paola hablar así. Era como si una persona con dos dedos de frente hubiese entrado en ella. ¡Hay vida inteligente en su cabeza!
-Por una vez, Paola tiene toda la razón- dijo Pablo.
Jorge y Mario se miraron fijamente a los ojos y se estrecharon la mano como signo de tregua.
Mientras tanto, subiendo las escaleras, Sara llamó a la puerta de la habitación donde dormía Lucas. La puerta estaba abierta. Las sábanas de la cama estaban revueltas y el colchón vacío. Sara avanzó unos pasos al entrar en la habitación. Se oían ruidos procedentes del baño. ‘’Lucas debe de estar dentro de la ducha. Será mejor que lo espere aquí’’- pensó Sara. El ruido del agua cayendo cesó. Lucas salió del baño con una toalla roja atada a la cintura. Se sobresaltó al ver a la chica sentada en la cama, esta enseguida se puso de pie.
-¿Qué haces aquí?- le preguntó Lucas alborotando su pelo mojado y rizado.
-Venía a hablar contigo- le dijo Sara con los brazos cruzados- ¿qué vamos a hacer con el bebé?
-¡Cómo qué que vamos a hacer!-gritó el chico- el bebé es tu problema no el mío.
-Lucas, ambos sabemos que el bebé que llevo dentro es tanto tuyo como mío. Fue culpa de los dos.
Lucas sabía que en eso Sara llevaba toda la razón. Para él, ese niño fue un error. Los dos estaban muy borrachos esa noche, ninguno sabía lo que hacían.
-¿Has pensado en abortar?
-Es lo último que quiero hacer con este niño- le respondió Sara muy segura- lo que te he venido a preguntar es que si tu te quieres responsabilizar, al igual que yo lo voy a hacer, con este niño.
Lucas bajó la mirada al suelo. Aunque ella no lo sabía, él también lo estaba pasando muy mal con toda esta situación.
-No hay otra solución que cargar los dos con esto- le dijo él- porque, ¿tú quieres tener el niño?
-Creo que sí. Sé que al principio puede ser complicado pero, juntos podremos hacerlo.
Ambos sonrieron a la vez. A pesar de la chulería de Lucas, Sara sabía que un lado sensible estaba muy oculto dentro de él.
La chica salió de la habitación, Lucas tenía que pensar en muchas cosas y era mejor dejarle solo.
Bajó las escaleras y entró en la cocina. Carlos estaba solo, sentado en una de las sillas blancas que rodeaban la mesa de la sala. Al ver a su amiga se levantó.
-¿Cómo estás? ¿Te ha hecho algo?- le preguntó Carlos preocupado.
-Estoy bien y, tranquilo, no me ha hecho nada. Sólo hemos estado hablando- le dijo Sara sentándose en una de las sillas. Carlos la imitó.
-Sabes que si ese creído no quiere hacerse cargo del bebé, puedes acudir a mí. Yo cuidaré del bebé como si fuese mío.
-Gracias, sé que lo harías- le dijo Sara muy seria y cabizbaja.
-¿Qué te pasa? Estás muy rara. ¿Seguro que no te he hecho nada?
-No
-¿Entonces?
-Es que…- tartamudeaba ella- tengo miedo por si algo sale mal, por si pierdo al niño, por como se lo voy a decir a mis padres…
Carlos puso su mano encima de la de Sara. Estaba fría como los témpanos de hielo.
-Puedes contar comigo para lo que necesites, ya lo sabes- le dijo intentándola tranquilizar.
Se quedaron en la cocina un rato más. Sara estaba muy preocupada por el bebé y por lo que Lucas podía decidir pero, Carlos no estaba como para tirar cohetes, parecía que, a Sara no le importaba lo que el sentía, era como si sólo le importase la opinión de Lucas y eso a él no le gustaba nada.

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