SOBRE EL BLOG:

Hola a todos/as:
En este blog encontraréis un libro que he escrito yo misma. Amor, traiciones y amistad se esconden en este libro.
¡ESPERO QUÉ OS GUSTE! :) :)

sábado, 18 de agosto de 2012

Capítulo 11.


11. LA CASA DEL NIÑO RICO.


Dos horas y media de insufrible viaje. Dos horas y media aguantando a ese babuino de Jorge y a su insoportable noviecita.
-¿Sigue igual de insoportable, verdad?- le preguntó Ana a Noelia, su compañera di viaje.
-Nunca cambiará- dijo ella mirando por la ventana.
Noelia veía a su amiga inquieta. Ana quería estar sentada al lado de Pablo, pero no quería dejar sola a su amiga en estos momentos.
-Anda- le decía Noelia- levántate y vete a sentar con Pablo, que lo estás deseando.
Ana miró contenta a su amiga, se merecía el cielo por todo lo que estaba soportando estos días.
-¿No te importa?- dijo Ana mirando a su amiga que negaba con la cabeza- gracias.
Se levantó del asiento, pero no se fue sin antes darle un beso y un abrazo a su amiga. Noelia vio como se acercaba a su chico y le daba muchos besos seguidos. “Una pareja con suerte” pensaba Noelia. Volvió a mirar por la ventana, todo eran montañas y arena por todas las perspectivas del paisaje. Subió los pies al asiento, se colocó los auriculares del MP4 para escuchar música y cerró los ojos. No quería dormirse, ni quería pensar, sólo deseaba que este largo viaje cesase.
Al otro lado del autobús, Mario contemplaba a su amiga. ¿Estaban juntos? No era lo que parecía en la estación de autobuses, se mostraron algo distantes. Tenía que resolver esa duda. Se levantó del asiento y se dirigió al de la chica. Jorge lo observaba con detenimiento con una mirada amenazante, pero Mario pasó de él. Se sentó al lado de Noelia que seguía con los ojos cerrados.
-¿Estás dormida?- le preguntó en voz baja.
-¡No!- dijo ella dando un salto en el asiento- ¿sabes cuánto llevamos de viaje? Se me está haciendo eterno.
-Una hora- dijo el mirando a su reloj. Noelia conocía ese reloj, se lo regaló cuando cumplió los catorce años y desde ese día no se puesto ningún otro- tengo que preguntarte una cosa.
-Dime- dijo Noelia quitándose los auriculares de la oreja para poder oírle.
Mario dudaba el preguntarle. No se lo iba a esperar y esa pregunta le haría comerse aun más la cabeza.
-¿Estamos juntos otra vez?- preguntó cerrando los ojos con fuerza hasta terminar de formular la pregunta.
Abrió los ojos y vio la imagen de Noelia con los ojos húmedos. Eran muchos los recuerdos que llegaban a la cabeza de la chica.
-No lo sé.
-No era eso lo que quería oír- le dijo Mario sonriente- ¿qué es lo que sientes?
-Ahora mismo- comenzó a contarle ella- estoy en un autobús para pasar todo lo que queda de verano en la casa de un imbécil que me destrozó el corazón hace tres años y que ahora está saliendo con una adolescente pirada que casi me mata tirándome a una piscina y el chico de mi vida está ahora sentado a mi lado preguntándome si seguimos juntos. ¿Qué crees que siento?
Mario se quedó con los ojos abiertos como platos. ¡Menuda respuesta le ha dado la niña!
-Con el rollo que me has soltado, ahora mismo sólo se que siento una cosa que no cambiará nunca.
-¿El qué?
-Lo que siento por ti- dijo Mario muy seguro de sí mismo.
-¿Y qué sientes por mí?- dijo ella sonrojada.
Mario no respondió a su pregunta con palabras, sino que lentamente se fue acercando a ella hasta llegar a unir sus labios con los de Noelia.
En estos momentos, estaría bien tener en las manos un botón que parase el tiempo y volverlo a pulsar cuando te diese la gana.
-Espero que eso te conteste a la pregunta- dijo Mario aliviado. Llevaba días intentando hacer eso- y ahora contéstame tú, ¿sientes algo por mí?
Llegó un nuevo beso, pero ahora era por parte de la chica.
-Creo que algo parecido a lo que sientes tu- dijo ella con una gran sonrisa marcada en la boca.
-Entonces, ¿volvemos a estar juntos?
Noelia no podía aguantarle la mirada. Esos ojos verdes podían con ella. No le contestaba, ¿por qué no lo hacía? Era tan fácil como decir, sí. Pero en esos momentos no podía pronunciar palabra alguna.
-¡Dile qué sí mujer, qué lo estás deseando!- le gritó Carlos, que estaba sentado detrás de la pareja con Sara, a Noelia.
Abrazó a Mario, este no rechazó el abrazo, al contrario. Le encantaba todo de ella, su aroma, su forma de hablar, de vestir, su físico… pero había algo en que, pocos chicos del Universo en general se fijan. Lo que más atraía a Mario de la chica era su personalidad, la manera que tenía de ver las cosas.
Cuando el abrazo termino, Noelia miró fijamente al chico.
-Eso parece- respondió Noelia emocionada.
-¡Qué vivan los novios!- chilló Carlos. Su grito se pudo oír desde la playa que se divisaba al Norte.
Todos se enteraron de la noticia, y a todos les hacía muy feliz el saber que Noelia y Mario volvían a estar juntos de nuevo. Bueno, todos no. A Jorge no le sentaron muy bien los nuevos acontecimientos, así que se giró hacia la pareja y poder verlos más detenidamente.
-Enhorabuena- dijo con mala gana- te va a dar guerra, Mario.
-No soy un cretino como tu, Jorge- dijo el amenazante- no le pienso hacer lo que le hiciste tu hace tres años.
-¿Quieres qué te recuerde lo qué pasó? ¡Ella se lo buscó yo no tuve la culpa!- comenzó a gritar Jorge. Sus ojos apuntaron a Noelia- aunque, bueno vamos recordar un poco la memoria…
-Ni se te ocurra- le cortó Mario- ¿¡Qué quieres verla llorar!?
-Déjalo que lo cuente- dijo Noelia con un hilo de voz.
Todas las miradas se clavaron en Noelia. Todos sabía que no iba a ser capaz de aguantar la historia otra vez.
-Noe, no creo que sea buena idea- le dijo Pablo.
-Si es lo que quieres…- le decía Jorge- la tarde en la que Noelia y yo acabamos estando juntos, no sé que tonterías le metió Paola en la cabeza, pero ya he perdonado a mi chica por eso. Después de esa charla que ambas tuvieron, Noelia corrió hacia la tienda de campaña a llorar como una niña pequeña de cuatro años. Mario, que no sé que pintaba allí, fue a consolarla y de pasó aprovechó y le dio un abrazo. Yo los vi, supe que hubo algo más que un abrazo. Noelia me vio marcharme y salió a buscarme, pero no antes sin haberse disculpado con su querido Mario. Quiso darme explicaciones de lo ocurrido y todo acabó en una pelea contra Mario de la cual yo salí casi ileso. Cuando ella fue a verle a la enfermería, supe que no me merecía estar con una niñata de quince años, así que le pedí a Miguel que le contase alguna melonada a Noelia, mientra que yo me veía a escondidas con Paola. Y fui yo quien mandó a Paola, el día de la piscina, empujarte a esta lo más fuerte que ella pudiese para que tu te golpearas la cabeza contra el suelo y así acabar en el hospital, pero acabaste mejor de lo que yo quería.
Y todo esto lo hice si tu no te hubieras estado viendo con Mario. No me mereces.
Noelia no podía aguantar las ganas de llorar. Traumatizada, miró al suelo. ¡Ella estuvo enamorada de el, cómo pudo hacerle eso!
-Eres un cobarde- dijo Mario enfadado- ¿¡No ves que la has hecho llorar!?
-Ella se lo ha buscado. Que no me hubiera dicho que lo contase.
Paola soltó una gran carcajada como símbolo de felicitación hacia su novio. Ana y Sara se sentaron junto a Noelia que no podía reprimir sus lágrimas.
El conductor del autobús paró en un área de servicio. Ese hombre no podía estar media hora sin comer. Todos intentaron parecer de lo más tranquilos. Las dos chicas taparon a Noelia para que el conductor no la viese en su estado.
-Chicos, voy a parar un segundo a comer algo- les dijo el buen hombre- cuando llegue sólo quedará media hora de viaje.
Todos asintieron con la cabeza viendo bajar al conductor del vehículo.
Los ojos de Mario se concentraron en Noelia que seguía llorando a moco tendido.
-Mírame, por favor- le dijo el susurrando.
Pero ella no levantaba la cabeza del suelo. No tenía fuerzas para nada.
-No pierdas el tiempo con ella- dijo Jorge mandándole una mirada de asco a Noelia- seguramente haga lo mismo contigo que lo que hizo conmigo. Te hará creer algo que no es y, más tarde, te la pegará con el primero que pase. Es una…
Mario no aguantaba más. Estaba lleno de ira y de enfado.
-¡Una qué, eh!- chilló mientras se abalanzaba sobre Jorge.
Ambos cayeron al suelo. Vivían la misma pelea que hace tres años, pero esta vez, Mario esperaba salir sin daño alguno. Forcejearon los dos. Carlos y Pablo fueron a separarlos.
-¡Ya basta, chicos!- gritó Pablo reteniendo a Mario.
Cuando se pudieron ver las caras, Jorge llevaba sangre en el labio superior y a Mario le sangraba la nariz.
Al ver la pelea de su hermano, Sara se tapó la boca con las manos y, una vez finalizada la pelea corrió a ayudar a Mario. Ana se quedó al lado de Noelia que quedó perpleja al ver la pelea. Llevaba los ojos rojos e hinchados, el rimel le corría por las mejillas y sus lloros no cesaban.
-¿Qué ha pasado aquí?- preguntó el conductor que había vuelto de su descanso- ¡qué alguien me lo explique!
-Nada- le decía Jorge soltándose de Carlos- todo ha sido una equivocación, ¿verdad, Noelia?
Mario cada vez enfurecía más. ¡Cómo se atrevía a dirigirle la palabra con todo lo que le estaba haciendo pasar!
Noelia asintió con la cabeza, no podía hablar. Era como si su voz se hubiese apagado.
El conductor volvió su asiento para continuar el viaje, pero no antes sin haber mandado a cada chico a su asiento correspondiente. Ana volvió a sentarse con Pablo, Sara no quería dejar solo a su hermano, se sentó a su lado y Carlos se sentó junto a Noelia, que ya parecía más tranquila.
-¿Cómo estás?- le preguntó el buscando su mirada.
-Mejor, gracias- dijo ella secándose sus últimas lágrimas con el puño de sus sudadera.
-Menudo viajecito ¿eh?- le dijo Carlos intentado animarla, pero esta no respondió- Mario está muy preocupado por ti.
Esa frase hizo que la chica levantase por segunda vez la cabeza para mirar a su amigo.
-¡Por qué se ha tenido que meter en esa pelea!- le dijo ella- Jorge tiene razón, no me lo merezco. No me merezco a nadie.
-No digas eso- le dijo Carlos agarrándole la mano- Mario se metió en esa pelea porque le importas más que a nada en este mundo y, te lo mereces.
Noelia no quería seguir hablando del tema de la pelea y de la versión de Jorge.
-Cambiando de tema- comenzó a decir Noelia- ¿qué tal con Sara?
-Aún no le he dicho nada, ni creo que lo vaya a hacer.
-¿Y qué pasa con el trato qué hicimos? El trato era que si yo volvía con Mario tu le contarías le que sientes a Sara.
-¿Y si me dice qué no?- dijo el- nunca se fijaría en un chico como yo. ¡Pero tú me has visto!
-Sí- comenzó a decir ella- y veo a un chico que tiene las mismas papeletas que otro cualquiera de conseguir a la chica que le gusta.
Carlos se quedó pensativo durante unos segundos. Para el, había un noventa y nueve por ciento de posibilidades de que le rechazase pero… y si el es ese uno.
-Está bien, tu ganas en cuanto lleguemos a la casa del mimado, se lo cuento todo.
Noelia le dio un abrazo a su amigo. Le deseaba lo mejor, ahora todo dependía de Sara.
En una de las esquinas del autobús, Mario hablaba con su hermana de todo lo sucedido.
-Me da asco, ese tío, me da asco- le decía Mario a Sara- se supone que alguna vez sintió algo por Noelia, ¡cómo a podido tratarla así!
-¿No crees qué deberías hablar con ella?
-Dudo mucho que ella quiera hablar conmigo después de meterme en la pelea con ese engreído, y no la culpo.
-Mira conozco a Noelia desde que ambas medíamos medio metro y nunca se ha enfadado contigo, no porque no quiera, sino porque no puede y menos ahora que volvéis a estar juntos ¿no?
-Entonces tú crees que debería ir a hablar con ella- le dijo Mario a su hermana.
-Por supuesto – dijo Sara muy segura.
Mario se levantó de su asiento y se dirigió a el asiento vació del lado de su chica. Carlos ya no estaba, había ido a molestar a la parejita más reciente del grupo.
-¿Puedo sentarme?- le preguntó Mario.
-Claro- le dijo Noelia.
-¿Cómo te encuentras?
-Ya mucho mejor, gracias- dijo ella algo cabizbaja- no estoy enfadada contigo por lo que ha pasado, tu no tienes la culpa.
-Aun así, quiero pedirte perdón- le dijo Mario.
-No hay nada que perdonar. Tu estás bien y Jorge está con el labio sangrando. Es perfecto- le dijo ella más animada.
Hizo reír a su chico, algo que no era fácil. No se reía con cualquier cosa.
-¡Atención, atención!- dijo el conductor por el megáfono- hemos llegado, bajad del autobús y coged vuestras maletas del compartimento.
Todos obedecieron a la primera. El autobús les había dejado enfrente de la puerta de la casa de Jorge.
-¡Menos mal, así no andamos!- decía Pablo- una derecha que hace este hombre.
Entraron la casa… ¡Qué casa ni que niño muerto! Eso era una mansión con tres pisos. Todos quedaron perplejos, bueno, todos menos Jorge y Paola que no paraban con sus arrumacos.
-¡Pero cuántos baños tiene esto!- gritó Sara que ya estaba en el segundo piso. Menudo verano les esperaba.

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